El ático, no hace mucho, era considerado como un espacio incómodo y residual utilizado por personas con escasos recursos económicos. Pero no sé cuando ni porqué, todo ésto cambió. Quizá fue la invención del ascensor o la estandarización de los métodos constructivos actuales con adecuados niveles de aislamiento, o simplemente un cambio en la manera de entender el confort en nuestra sociedad, siempre en evolución. Lo cierto es que ahora los áticos se han convertido en escasos y cotizados espacios, objeto de deseo de unos pocos afortunados, cuyo 'espíritu libre' y 'carácter indómito' les empuja a vivir como aves rapaces en sofisticadas atalayas de diseño con sus vibrantes urbes a sus pies. Y es que, efectivamente, a pesar de las posibles fluctuaciones de temperatura, los áticos tienen grandes ventajas: a parte de las vistas, son espacios bien ventilados e iluminados, además de tener una gran flexibilidad (pues no suelen responder al sistema estructural sobre el que se sitúan), y poseen un dinamismo muy atractivo gracias al movimiento y la oblicuidad de las cubiertas que le dan forma.
Mi concepto de ático se acerca más al mundo soleado de terrazas, palomas y ropa tendida de la película "Bajarse al moro", que al elitista mundo chic de las penthouse de altura...aunque tampoco me importaría.
Mi concepto de ático se acerca más al mundo soleado de terrazas, palomas y ropa tendida de la película "Bajarse al moro", que al elitista mundo chic de las penthouse de altura...aunque tampoco me importaría.
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