martes, 24 de julio de 2012

Masía Mallorquina

Mallorca es una isla de contrastes: grandes formaciones rocosas, fértiles valles, abruptos acantilados, calitas de ensueño, enomes playas soleadas, recónditas cuevas, áridas mesetas, históricas ciudades, pueblos con encanto, etc. todo esto bañado por un sol claro e incisivo, que realza colores y texturas, y como no, rodeado por un mar azul y omnipresente que le da sentido y razón de ser. Con semejante entorno, no es de extrañar que su cultura y sus gentes sean también extraordinarias...lo sé de buena tinta. Y es que creo realmente que la personalidad, y por tanto la creatividad, se forjan a través de unos determinados estímulos externos y la forma en la que éstos son interiorizados. Por eso el afortunado mallorquín es creativo por (su) naturaleza, grabada a fuego en sus genes  por la que le rodea. Prueba de lo que digo, es la exquisita intervención con fuerte carga artística de ésta masía mallorquina.








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