Ayer tuve un sueño en el que despertaba plácidamente entre sábanas blancas de fino hilo. Poco a poco abrí los ojos, y pude ver a través de grades vidrieras un paisaje extremadamente idílico y naïf, cuya perfección imposible, inundó mi alma de jubilo que tras unos instantes se transformó en extraña perturbación. Confuso, salí del dormitorio virginal cuya extrema luminosidad casi cegaba mis ojos, y comprobé que el resto de la casa se encontraba igualmente inundada por la misma luz hiriente e irreal que desdibujaba los contornos y hacia desaparecer las sombras en un mar de infinitas tonalidades. El mobiliario, monocromo y perfectamente distribuido, ocupaba el espacio con facilidad y elegancia; nada destacaba, nada llamaba especialmente la atención. De repente me invade un vago sentimiento de soledad que pronto se transforma en angustia y luego en pánico: ¿qué estoy haciendo aquí? ¿qué me ha pasado? ¿es ésto la antesala del cielo, o una espacie de 'encuentro en la tercera fase' con este extraño decorado (tipo la habitación blanca de Kubrick al final de Odisea 2001) como telón de fondo...?
Me desperté empapado en sudor, y comprobé en la penumbra, con alivio, que mis muebles heredados, restaurados y de diseño, seguían en su sitio y yo estaba sano y salvo en mi casa .... con mi mujer.
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