Según parece, existen diferentes tipos de minimalismo en cuanto a la decoración interior se refiere. Es cierto que como conjunto tipológico, todos responden esencialmente a un mismo denominador común: esto es, entornos monocromáticos de colores neutros donde prevalecen las lineas puras y las formas geométricas básicas en en una distribución dispersa y ordenada; y donde volumetria, iluminación y superficies (acabados) entran a jugar un papel fundamental. Pero si nos fijamos en las diferentes variantes que surgieron de ésta tendencia decorativa a partir de su aplicación en interiorismo -a caballo entre los años 80 y 90- como variante del movimiento artístico iniciado en los primeros años 60, vemos que hay un minimalismo estándar de estética chic, más comercial y edulcorado cuyos brillos y acabados seducen a millones de personas. Por otro lado existe otro minimalismo, que sin dejar de ser austero, ha evolucionado hacia una estética más real, cotidiana y táctil, donde la comodidad (sofás en los que puedes apoyar la cabeza) y las texturas se hacen patentes en suelos, tejidos y alfombras así como en piezas vintage que armonizan perfectamente en su entorno. Las siguientes imágenes podrían responder a éste segundo tipo de minimalismo que considero más sugerente y sereno.
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