La expresión “domótica” en el mercado inmobiliario, es tal vez una palabra tan utilizada como vagamente comprendida. Cada vez más se incluye en publicidades y especificaciones de características de inmuebles, o se ofrecen productos englobados en esa categoría. Sin embargo, el uso de la expresión remite a una nebulosa difusa de significados, muchas veces errónea. Algunos se imaginan que la domótica consiste en algo tan rebuscado como la casa de los “Supersónicos”, mientras que otros pretenden estar ofreciéndola en un producto tan rudimentario como una luz que se acciona con un sensor de movimiento, o en un simple control de ingreso.
Para echar luz sobre esta cuestión, podemos remitirnos a la definición elaborada por la Comisión de Domótica del Colegio de Ingenieros Especialistas de Córdoba en su documento “Guía de contenidos mínimos para la elaboración de un proyecto de domótica” que dice: “se define por domótica al conjunto de sistemas capaces de automatizar un inmueble (aportando servicios de gestión energética, seguridad, bienestar, comunicación y accesibilidad), los cuales, deben estar integrados por medio de redes interiores y/o exteriores de comunicación, cableadas o inalámbricas cuyo control goza de cierta ubicuidad (es decir que está presente al mismo tiempo en todas partes) desde dentro y fuera del recinto”. En pocas palabras, es aquélla automatización de dispositivos del inmueble, que funcionan de modo integrado y con un control unificado a la vez que distribuido.
Esto deja claramente afuera muchos de los productos que se ofrecen en el mercado como “domótica”, como por ejemplo todos aquéllos sistemas que automatizan funciones de modo independiente, sin integrarse inteligentemente con todos los otros, ni controlarse de modo unificado (por ejemplo cámaras de seguridad, tarjetas de ingreso, sensores de movimiento para activar sanitarios, etc., en tanto funcionen de modo inconexo con otros).
Clarificado este asunto, cabe preguntarnos para qué sirve la domótica. Evidentemente tiene potencial para aplicarse a innumerables usos relacionados con el confort, algunos más superfluos, otros más necesarios. Y también tiene una altísima utilidad para aplicarse en sistemas integrales de seguridad. Sin embargo, el uso que queremos destacar en esta nota, es el de la “gestión energética eficiente”.
En efecto, la tendencia de la domótica a nivel internacional está dirigida a generar construcciones “inteligentes” capaces de regular con precisión el consumo energético en sus diferentes formas: artefactos de iluminación que regulan la intensidad de acuerdo a la luz natural que se capta en el ambiente; cortinas que se cierran y abren de acuerdo a la hora del día, la temperatura exterior, el sol que queremos que entre o no; regulación programada por horarios y temperatura ambiente de sistemas de refrigeración y calefacción… los etcéteras son infinitos. Y todas estas aplicaciones sumadas, significan un ahorro de energía considerable, tanto en edificios industriales, como comerciales, de oficinas o de vivienda donde se implementan.
Tanto es así que en regiones como la Unión Europea ya existen normas tendientes a establecer el uso obligatorio de estos sistemas en todas las construcciones para 2016. En un mundo con una crisis energética generalizada inminente, esta aplicación de la domótica la vuelve de una cuestión futurista y un tanto snob, a una tecnología de suma necesidad para el futuro próximo.
Ahora bien, ¿cuál es el estado de la cuestión en el mercado español? Como dijimos al inicio de la nota, hay bastante desinformación generalizada al respecto. La realidad es que no todo lo que se ofrece como domótica lo es. Sin embargo, sí hay algunas empresas que ofrecen verdaderos servicios de domótica integrada, que responde a estándares internacionales. Pero en general son servicios demasiado onerosos y difíciles de instalar en construcciones ya terminadas, porque fundamentalmente se trata de tecnologías basadas en el cableo, lo cual implica grandes costos tanto de insumos como de instalación.
Para que el uso de la domótica se masifique, es necesario desarrollar dispositivos que simplifiquen la instalación, que abaraten los costos, que se puedan controlar desde dispositivos móviles y que permitan integrar el uso automatizado al uso manual tradicional, para superar también las barreras psicológicas del “miedo a lo nuevo”. Cuando esto ocurra, seguramente veremos cómo se generaliza la domótica en la construcción, ayudando entre otras cosas, al cuidado del ambiente.
YO creo que la domótica es una cuestión de necesidades personales. Hace tiempo era un producto de lujo, dado el precio elevado del sistema, pero hoy por hoy, el desarrollo y la extensión de las nuevas tecnologías, ha permitido acercar la domótica a la vivienda de uso medio, y hemos perdido el "miedo" a los dispositivos electrónicos. Así que yo abogo por la domótica!!
ResponderEliminarUn abrazo
Virlova Style
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Hola Virginia,
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo.
Saludos.
Hola!
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